domingo, 25 de mayo de 2014

MANIAC 2012

Póngase en la piel de un psicópata perturbado durante  90 minutos

SECCIÓN LAS MENOS VISTAS DE LA CARTELERA EN BARCELONA

 

IMPRESCINDIBLE PARA: los fans del género psicokiller. Los adictos a la "mise en scene", los que creen que el 3D es la única manera de meterte dentro de una peli.







Se estrena en Barcelona con dos años de retraso Maniac. Bueno, estrenar, no se si es la palabra, habida cuenta de que únicamente se puede ver en un solo cine, el Maldà, y que la recaudación ha sido irrisoria según el box  office. Pero como se sabe, las perlas están en lugares recónditos y son difíciles de encontrar. Y aquí nos hemos encontrado una perla negra del tamaño de un puño  casi por casualidad.

La película merece MUCHO la pena



Este filme derriba algunos de los tópicos más persistentes

TOPICO 1

Mucho son los que han hablado del cine como un espectáculo voyeurístico en la que el espectador está en el lugar de alguien que espía desde una distancia segura una realidad que le es ajena. En Maniac se rompe esta regla, los espectadores nos convertimos  en el ojo del horror, no somos simples voyeurs de una mente criminal sino  que somos plenamente partícipes, nos fundimos y confundimos con un asesino que colecciona cabelleras de jóvenes atractivas y las coloca en artísticos maniquís.Sus ojos  son nuestros ojos, vemos y percibimos la realidad distorsionada desde sus ojos.
De hecho, Sólo vemos al asesino (Elijah Wood) fugazmente, cuando se mira en el espejo, o se refleja en un escaparate.

Somos testigos de sus delirios y alucinaciones, de sus ataques de pánico y de sus crisis psicóticas. Casi diría que las vivimos como él las vive. Generamos una empatía  extraña y muy inquietante con el maniaco. Gritamos cuando le clavan una cuchillada, nos revolvemos en el asiento cuando está en plena "faena". Y así durante todo el tiempo que dura la cinta.
No permanecemos indiferentes en ningún momento. Hasta el punto de llegar a ser demasiado angustiante y a veces exasperante. Porque, que conste, los momentos gore abundan.


TOPICO 2

La revolución de las salas de cine, el 3D, nos vende la moto de que ahora podemos meternos mucho más que antes DENTRO de las películas que vemos. Cine envolvente, dicen. Pues bien, Maniac demuestra que nada de 3D ni mandangas; ingenio, valentía y jugarse el tipo en la puesta en escena le da mil patadas a cualquier Godzilla, hombre araña o mujer pescado que nos pongan en relieve.


LO BUENO

El mayor logro de esta película sin lugar a dudas es la cámara subjetiva.

La cámara subjetiva tiene una corta historia, se usó por primera vez en una cinta de género Noir,  La dama del Lago (1943), basada en una novela de Raymond Chandler. Fue un fracaso. Se abandonó por considerarse una forma de hacer cine muy arriesgada. Pocos han sido los  valientes que se han atrevido desde entonces. Sus enormes posibilidades para el género de terror las descubrió el visionario John Carpenter, en una escena de  La Noche de Halloween donde la usa para ponernos en la piel de la víctima, un adolescente asesinado a manos de su hermano pequeño. Fue en REC donde se le sacó el máximo jugo para generar angustia y miedo, desde entonces parecía que no se podía ir más lejos. Hasta que ha llegado Maniac. Por tanto no estamos ante algo absolutamente nuevo, pero su novedad  está en la maestría y el ingenio en el uso de esta arriesgada  puesta en escena. Les queda redonda.

LO MALO

El psicópata sigue todos los clichés convencionales del género y vendría a ser una versión de Norman Bates más agraciada físicamente. Con la particularidad de que las relaciones que establece son muy creíbles, incluso llega a enamorarse de una chica que descubre su trabajo con los maniquís y queda fascinada. EL cliché más sobado  es el que asocia la psicopatía con la obsesión infantil por la madre, por supuesto, la culpa la tiene Hitchcock.

CONCLUSIÓN

Si la esencia del cine es hacernos vivir otras vidas durante un tiempo, esta peli es cine en estado puro, y colmará todas las expectativas. Además nos permitirá salir del Maldà aliviados al constatar (con alegría) que volvemos a ser nosotros mismos y no ese pobre desgraciado que interpreta magistralmente Elijah Wood.
 

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