miércoles, 4 de junio de 2014

POST TENEBRAS LUX


Cine de autor del bueno










Dentro de esa amalgama caótica y confusa que llamamos “cine de autor”, expresión a la que hay que tenerle miedo, como la de “cocina de autor”, se esconden tres categorías. En lo más bajo está la gente como Albert Serra, los llamados Campeones del Sueño. Vayan a un cine a ver cualquier película suya y sabrán inmediatamente por qué lo digo. Sin ánimo de querer parecer talibán, estas películas deberían estar vetadas por ley de las salas de cine y recluidas en las museos de arte, para nos salir de ahí jamás, y eso no por nada, sino por un motivo de salud pública, salud mental me refiero, en el sentido que los revolucionarios franceses hablaban de la santé publique. Algo que hay que mantener en cuarentena para que no infecte al cuerpo social. En un segundo lugar, en lo alto, están los cineastas que entienden el cine a su manera y hacen lo que les viene en gana, como les viene en gana, sin respetar ni el orden narrativo (léase planteamiento/nudo/desenlace), ni las reglas del encuadre, ni la coherencia lógica, ni los diálogos con sentido, ni la separación entre simbólico e imaginario, ni ná de ná. Pero se lo perdonamos porque tienen algo que contar. En ese grupo se encuentra Carlos Reygadas.*